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jueves, 9 de septiembre de 2010

Arte en la calle


No ha mucho que comenté sobre algunas ideas que me han surgido a propósito de ver tanta barda descompuesta, además de los innumerbales hollos -de los cuales hablaré en otra ocasión-, y de cómo un grupo nutrido de creadores han hecho suya la idea de intervenrilas, a veces sin el permiso del dueño, otras cobrando el trabajito.


Las intervenciones de esos espacios van de las letras con diseños típicos que buscan ofrecer al transeúnte y al conductor de vehículos un descanso visual. Aunque en los tipos de letras usados, a la manera de los grafitis tradicionales, suelen ser estilizadas, de difícil lectura y, por tanto, agresiva en sus líneas, el color asignado para las letras y los fondos donde se encuentran están armonizados a partir de una composición académica que nos recuerda las clases "básicas" de teoría del color y el uso de los contrastes. Éste es un aspecto que va contra las pintas, aquellas intervenciones que son una verdadera agresión a los muros y que la intención del grafitero es la de dejar huella temporal de su paso por ese lugar. Sin embargo, las otras intervenciones, que parece son una moda, trabajan sobre puntos específicos fácilmente identificables que intentan acercarse a una propuesta de arte callejero "bonito".
Sin menoscabo de las muestras colectivas e individuales que abundan en Tuxtla, también sobresalen los coqueteos descarados con el arte de la publicidad que ya se popularizó como pop art en nuestro casto y castizo idioma, además de ser un reflejo sobre una postura "cool" de la vida y sus atragantados problemas cotidianos.
Cuando me detengo a ver los hollos de las calles, para mi fortuna encuentro imágenes y colores que señalan otros caminos que no son los mismos que siguen las personas que toman decisiones tras las sillas y que se justifican diciendo: "Los hollos son culpa de los primos y compadres que construyeron las calles de asfalto, cuando deben ser de concreto hidráulico". Sí, pues. Nomás que eso fue ha años, más de los que tengo. Lo peor, es que sigue sucediendo en nuestros días. Pero digo, ya desde la óptica de la posmodernidad, es un tipo de intervención diferente, con implicaciones estéticas, tal vez. Ya lo dice la canción: "Que no quede huella, que no, que no.", sobre todo si se considera que pasan dragones y las calles siguen iguales.
Regresando a las artes en las calles. No está de más decir que en los anuncios publicitarios de gran tamaño también se aprecian esbozos propositivos que refuerzan la creencia de que el arte sigue vigente entre la sociedad, nomás que aún no lo sabemos bien los artistas, al menos no todos.

5 comentarios:

Kevin A. Diaz Alfaro dijo...

Primero que nada, felicitarlo por el blog, es muy bueno, además de su labor y preocupación por las manifestaciones artísticas y culturales de Chiapas, una muy buena propuesta alternativa.
Buena afirmación, la que manifiesta en ese escrito, de las palabras y su discurso vino a mí una reminiscencia al ver esas imágenes, que representan parte de mi vida y mi adolescencia, el graffiti como estilo de vida como una forma de entender al mundo y sus colores, parte de inmanente de la cultura hip hop y que no ha conocido límites ni fronteras que puedan detener su espíritu y su esencia.
Independientemente de la concepción que las personas, los artistas o los críticos de arte tengan de las más diversas manifestaciones artísticas, el graffiti parte de una representación urbana, que nace y se desarrolla en la calle, aunque hoy se expongan en galerías de arte y museos, aceptado o no, por los expertos, representa más que un interés de lucro, algo próximo a lo que se experimento en Creta, el amor al arte, todo ese desarrollo y evolución a lo largo de la historia del naturalismo y animismo, pasando por el neoclasicismo hasta llegar al vanguardismo y posmodernismo, no es más que la evolución de las mentalidades y la influencia que este tiene en su entorno.
Todo artista es reflejo de una época. Evocación de un pasado y un presente que influye en el.
Un arte que no se vende, que se produce en las calles, que ensucia o adorna las paredes, que está al alcance de todos, porque el arte debe tener relación con su entorno, contrario al arte burgués, donde solo el que tiene dinero puede ver y comprar arte.
Esta manifestación artística y compleja es capaz de producir asombro, tal vez no como el que experimento Stendhal, pero que son un reflejo de la realidad social y de las ideas de esta.
El arte como manifestación cultural es diversa, y hay que ser comprensivos, al menos yo prefiero una pared con graffiti a una pared con propaganda política.

Es un tema amplio y muy discutible, pero para no hacerlo más largo, me retiro…
Éxito en sus proyectos.

Anónimo dijo...

Kevin:
Asì es. Me gustarìa que comentaras esas experiencias que viviste.

Saludos desde este lado... Rafael Araujo

Kevin A. Diaz Alfaro dijo...

Pues sí, recordando se vuelve a vivir, y aquellos fueron momentos memorables, desde que descubrí este estilo de vida hace ya hace seis largos años, me cautivo, con el tiempo me llevo a sumergirme más en la cultura, a conocer más sobre ella, y enamórame por completo de ella, fue un encuentro fortuito con algo a lo que le dedicaría parte de mi vida, fuimos haciéndole frente a la ignorancia y la inmadurez en base a la experiencia adquirida con el tiempo.
Todo comenzó en el barrio, las tardes en las que se juntaban los pocos graffiteros y los pseudo graffiteros en las esquinas, platicaban y garateaban en las paredes, vecinos y conocidos, me empezó a llamar la atención eso de la pintada y empecé como muchos adolecentes seguir una pose, que con el tiempo se convirtió más que en un estilo de vida, se volvió mi vida y todo giraba en torno a ello, pero el acercamiento fue en la secundaria con un gran amigo, que tenía más experiencia y lleva más tiempo en eso, logramos entablar amistad y de ahí comencé a incursionar poco a poco con pintas ilegales, después de la escuela al caer la noche mi camarada y yo nos íbamos pintar nuestro tag por todos lados, temeroso e inexperto al principio maniobrando el aerosol, pero al presionar esa válvula, la adrenalina me invadía y toda la energía fluía en ese instante y a correr, un chamaco de 13 años vagando por la ciudad, recorríamos barrios enteros, carecíamos de técnica pero en ese momento no nos importaba, solo disfrutar y ver nuestro nombre al pasar por la calle, fueron numerosas la veces que estuvimos bajo algún percance, policías y civiles, pero afortunadamente no paso más allá de algunos moretones o raspones al correr y tropezar, al trepar algún árbol, una barda o caer en algún barranco, la secundaria termino y perdí el contacto con mi mejor amigo.
A diferencia de la secundaria en la prepa, me encontré con mucha banda que pintaba, había crecido y mis ideas habían cambiado, tuve nuevas amistades forme mi propio crew, y pertenecí a varios, fueron buenos tiempos, me volví más activo, mucha pintura, buena música y muy buena vibra, asistíamos a pequeños y a grandes eventos y toda clases de exposiciones.
Así fueron los primeros semestres, me levantaba de madrugada y me iba caminando a la escuela y aprovechaba para hacer algunas tags, throw ups, bombas improvisadas, día, tarde y noche, todo momento era dedicado al graff, a veces no comía, por ahorrar para los botes de aerosol, mi mochila siempre llena de latas, cuadernos llenos de graffiti, bocetos por todas partes, caps (válvulas, puntos de distintos grosor para el delineado y relleno), fue el periodo de mayor actividad, seguimos con la esencia ilegal, pero poco a poco me fui alejando por los problemas con la policía, la escuela, la familia y el trabajo, además del gran peligro que corría al practicarlo.
Comencé a hacerlo de manera legal y fue ahí donde adquirí mayor técnica y complejidad con algunos caracteres y mi orgullo y satisfacción era el Wild Style, y un poco el 3D, mi pasión eran las letras, pintando legalmente era muy feliz , también nos la pasábamos buscando lugares para los underground, lotes baldíos, bodegas abandonadas, casas deshabitadas, bajo los puentes, lugares apartados no muy visibles pero tranquilos para desestresarse y practicar con más calma, en contacto mas con la naturaleza en la periferia de la ciudad observando desde lo alto el valle de Tuchtlán.

Kevin A. Diaz Alfaro dijo...

El problema educativo detono mi alejamiento completo, al darme de baja en el cobach donde estudiaba, y ponerme a trabajar para pagar una escuela particular, los problemas con la familia, fue ahí donde puse todo mi interés en el estudio, y fui dejando de lado esa vida que tantas alegrías y tristezas me había brindado, fue dolorosa la separación pero logre superarla, seguí interesado por el arte pero con una perspectiva más amplia comencé a leer e informarme más, deseando siempre con volver a pintar nuevamente. Aunque hoy no lo practique todavía siento ese amor que me une a la pintura, al ver mis manos y recordarlas manchadas de pintura, o aquellas grandes aventuras en las que corríamos, bajo la lluvia, atravesábamos ríos, pequeños arroyos como indocumentados, para no ser atrapados.

Escogí ser diferente al resto y muy feliz de serlo.

kevin dijo...

Algo extenso y lleno de subjetividades... pero pues no pude dejar de escribir, una pequeña parte de esos seis largos años. Es la historia de toda una vida.
Trate de no cometer muchos errores pero me fallo un poco la narrativa, por el tiempo y el trabajo, no comente antes, y no pude concretar bien mis ideas.