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domingo, 27 de enero de 2013

La fiesta de San Sebastián en Chiapa de Corzo

Altar en honor de San Sebastián. este santo es el motivo que moviliza en Enero a Chiapa de Corzo, Chiapas. Foto: Rafael Araujo

El santo es adorado en la casa de un particular, se arregla y se prepara para recibir a la gente que llega a presentar ofrendas al santo, durante una semana se baila y se reza. La marimba y los parachicos son parte del ritual de adoración. Foto: Rafael Araujo

viernes, 25 de enero de 2013

Identidad, cultura e intervención pública

Rafael Araujo
Identidad:

En los primeros años de la segunda década de este milenio, el mundo se ha visto sorprendido por una serie de enfrentamientos militares en países de la región árabe, en el oriente medio. Al centrar la atención en ellos, la información ha permitido entrever la compleja red de grupos que integran a cada país en esa región. La sorpresa ha sido mayor al reaparecer un fenómeno largamente estudiado por la antropología, la cultura. Desde esta rama del conocimiento, dice Ulf Hannerz en “Fronteras”: “La antropolgía vivió un largo periodo en que la imagen dominante era la de muchos mundos pequeños y separados, en el que los nuer, los tikopia y todos los demás pueblos parecían existir como especies separadas.” Se podría ejemplificar con casos más cercanos, pues en Chiapas sabemos de la existencia de los zoques, de los tzotziles, los tzeltales, los chiapanecas, entre otros muchos más, en algunos casos con historias menos violentas pero parecidas a los acontecimientos presentes en el mundo árabe; sin embargo, esa identificación cultural no es suficiente para explicar la existencia de los conflictos. Para desmenuzar con mayor precisión esos acontecimientos, es necesario tomar en cuenta el concepto de territorio, pues varios de estos grupos se asientan en espacios que no tienen delimitación precisa; se encuentran en países constituidos, con fronteras delimitadas, pero sin unidad interna.

La frontera, puede ser concebida como una línea que limita un territorio, un terreno, un espacio físico. Sin menoscabo a esta afirmación, también se concibe a la frontera como la delimitación de una cultura con respecto a otra (Hannerz). Al observar la existencia de una frontera, suele reconocerse que hay cultura y espacio, a un lado y al otro del límite que la traza. En otras palabras, el reconocimiento de la existencia del otro, o de los otros.

Cuando hablamos de culturas, el reconocimiento de una frontera cultural permite la identificación de una persona como perteneciente o no a una cultura en particular. La pertenencia a un grupo social o a una cultura es parte del proceso de identificación de los límites que enmarcan a las fronteras culturales. Por eso, Hannerz afirma: “Si las fronteras no son naturales, se convierten en lo que las personas hacen de ellas.” En esa línea de ideas, explica, hay quienes dan mayor peso a las diferencias y a las rupturas en los procesos sociales, y hay quienes no.

Stephen Castles opina de manera muy parecida cuando escribe: “Uno de los problemas clave de la modernidad es la tensión entre el principio de organización económica y política racional y la infinita gama de aspiraciones de los individuos y grupos.” De esta forma pone en el eje de la discusión los intereses encontrados existentes entre grupos, entre individuos, y entre los grupos con respecto a los individuos. Al hacer este señalamiento recuerda a Freud y a Nietezche quienes, según él, “…demostraron que la vida está regida por esta tensión entre sociedad e individuo, o entre racionalidad del sistema e identidad.”

Estos conflictos suelen acentuarse cuando intervienen factores de dominio, ya sea porque en el grupo-etnia una clase desea incrementar sus privilegios, o porque nace una nueva clase social que busca un espacio propio dentro del conjunto. Las razones son muchas, siempre relacionadas con procesos y relaciones que resultan obsoletas o que están en crisis. Sin embargo, al interior de una cultura, la existencia de varios grupos supone la posibilidad de situaciones conflictivas que las relaciones culturales deben encauzar.

En México, Margarita Maass reflexiona (2006): “La cultura es la acumulación, es memoria, es recuperación del pasado; la cultura es ruptura que genera avance; la cultura es ideología. La cultura es tradición y modernidad. La cultura nos identifica y lo que identifica genera identidad.” (25) Más adelante explica quela identidad como construcción ideológica del ser tiene dos variantes, la identidad del individuo; y la identidad grupal, o la que otorga pertenencia al individuo como parte integrante de un grupo social. Además, le otorga un atributo más pues concibe a la identidad como la construcción ideológica del ser (26), alguien es, algo es, todos somos.

Morelba (490), quien reflexiona sobre estos aspectos explica que la identidad puede entenderse como aquello que otorga unidad a las personas, que se obtiene identidad a través de los rasgos físicos, mentales y espirituales que hacen distinto a uno de otro. Son rasgos biológicos determinados por los genes, y son rasgos aprendidos condicionados por la sociedad. Para Giménez (89) “…las representaciones sociales también implican la representación de sí mismo y de los grupos de pertenencia que definen la dimensión social de la identidad.” Morelba, con esta reflexión, recuerda que el individuo necesita de otro individuo para concebirse, así, aparece el concepto del yo soy, en relación con el otro es. En los grupos sociales también se repite la ecuación, se es grupo social en oposición a otros grupos sociales.

En el mundo contemporáneo, las personas pueden sentirse parte de uno y de varios grupos a la vez. Se identifican y viven en ellos. Hannerz ha reflexionado sobre este fenómeno actual y aduce que las personas han desbordado las fronteras geográficas y, con ello, las fronteras culturales a partir del reconocimiento de los límites impuestos por las clases dominantes, cuando los individuos reconocen que sus intereses entran en conflicto con los intereses de otros y que pueden modificar el estado de cosas, aunque esta modificación sea temporal. En este sentido, este autor, señala que se crean espacios fronterizos, lugares donde los individuos se relacionan con otros individuos que tiene rasgos culturales diferentes pero que también tienen aspectos comunes. A partir de lo común construyen espacios de interacción y crean nuevos territorios.

El territorio sigue siendo un factor importante en la construcción de las identidades, el punto es que no sólo es un espacio geográfico, sino una delimitación simbólica que ayuda a construir la cultura y la identidad. Hoy en día, el territorio no es un concepto rígido, es flexible. Por ejemplo, se piensa en el pasado sobre la base de un espacio físico donde se sitúan los hechos que se han catalogado como relevantes; nombres de personajes que realizaron hazañas a la manera de las epopeyas, dramas y tragedias de la Grecia antigua, van formando una cadena de acontecimientos que forman una época, es decir, un límite temporal, una frontera, un espacio en el tiempo y desde el tiempo. Pero esos acontecimientos que han delimitado la época, se dan en un espacio físico, en un territorio, con una constitución orográfica y ambiental concreta.

Colombres (2009) crítica a las teorías de la cultura que han omitido este factor de identidad cultural, él afirma: “Tanto la modernidad como la posmodernidad negaron el espacio como soporte del pensamiento, algo que lo baje a la tierra y coadyuve en la construcción de sentido.” (224). La importancia del territorio es tal que en los mitos y leyendas juegan un papel fundamental, por ejemplo, en todos los mitos fundacionales se repite el relato que narra el origen de un pueblo o nación en una especie de tierra idílica, de un paraíso fundacional. Los Aztecas llamaron “Aztlán” a este lugar, punto de partida, origen de un destino y motivo por el cual migraron hacia otro lugar o “tierra prometida”. En la tradición judía es el “paraíso terrenal” el inicio de su existencia, motivo por el cual buscan incansablemente llegar al sitio que la autoridad sobrenatural les prometió. Estos ejemplos se actualizan y continúan vigentes, no es raro encontrar en textos como el de Bonfil Batalla (1990) en el que escribe: “Partamos de un hecho fundamental: en el territorio de lo que hoy es México surgió y se desarrolló una de las pocas civilizaciones originales que ha creado la humanidad a lo largo de toda su historia: la civilización mesoamericana. De ella proviene lo indio de México; ella es el punto de partida y su raíz más profunda.” (23) Como se ve, además del espacio físico, en Mesoamérica, para Bonfil, también hay un territorio temporal, que es utilizado como apoyo en la creación de una identidad, la mexicana en el caso referido por este autor.

Como elemento que está en relación al territorio, el tiempo también es otro factor que interactúa para construir la identidad. Colombres lo reconoce de la siguiente manera: “La identidad, en definitiva, no es más que la conciencia de una continuidad en el tiempo, más allá de los cambios, crisis y rupturas que puedan registrarse.” (201) El tiempo puede ser enfocado como un espacio mismo, un espacio temporal que define límites, que ayuda a interpretar los fenómenos y permite las comparaciones, aunque tenga la característica de ser siempre continuo.

Como se dice líneas atrás, al reconocer lo que es propio, que permite encontrar las diferencias entre personas e individuos, desde el enfoque simbólico de la representación, el pasado se convierte en una de las bases que permiten identificarse, identificarnos e identificarlos. Al reconocer un pasado común, se inicia el proceso que sirve para detectar la pertenencia a un grupo social y un sentido de lo que el individuo es como tal y como integrante de un grupo social. El pasado que se asume como parte de uno o del grupo conforma un patrimonio que suele denominarse “Patrimonio cultural”.

Sin embargo, como una continuidad que llega al presente, el pasado también es una construcción que, según autores como Colombres (222-223) o Bourdieu (citado por Giménez. 92-94), evoluciona y se reconstruye a través de la identidad y la cultura, pues cada generación tiene características propias aunque tenga un mismo pasado (factor temporal) y viva en un mismo espacio físico (territorio).

Cultura:

El pasado aceptado por el conjunto de individuos da pie a la identificación de un origen común, pero no crea la identidad. Para construirla se requieren otros factores que inciden en crear una sensación de pertenencia, como el territorio, el medio ambiente, las relaciones entre los individuos, y la lengua, por citar algunos. Para Giménez, la identidad se construye con el pasado porque forma parte de una memoria colectiva; se reconstruye con el presente a través de un proceso que convierte a la memoria colectiva en conciencia colectiva; y desemboca en un imaginario colectivo que es la construcción social del futuro. (98)

Sin embargo, un mismo pasado tiene significados diferentes porque otros factores permiten a los individuos interpretarlos desde ópticas diferenciadas. La interpretación de los fenómenos no es totalmente objetiva pues un mismo hecho es percibido desde puntos individuales y diferenciados. Por eso se reconoce la existencia de una identidad individual y otra colectiva (Mass. 26) Para personas que abordan la interpretación de los signos, por ejemplo, reconocen que éstos (los signos) pasan por un proceso de comparación, reconocimiento e interpretación; es decir, aquello que se percibe se compara y se interpreta. Cuando las interpretaciones son similares, entonces se crean lo que Eco (2005) llama “unidades culturales” (“El significado como unidad cultural”. 70-72)

Las unidades culturales de este autor no son lo mismo que la identidad cultural, pero forman parte importante de ella pues son las referencias sobre las cuales los fenómenos sociales son interpretados por los individuos y los colectivos, al coincidir estos patrones referenciales, permiten identificar e identificarse. Como patrones referenciales hacen las veces de códigos de interpretación.

Para Margarita Mass (2006) “La cultura y el comportamiento humano están totalmente vinculados con el sistema de disposiciones duraderas y estructuras cognitivas que son los esquemas de percepción, valoración y acción…” (23) Opinión que se acerca a lo expuesto por Eco, que también resalta el valor de la cultura.

Otro autor ya citado en estas líneas, Colombres, opina que la cultura “…es entonces el conjunto de valores materiales y espirituales acumulados por el hombre en el proceso de su práctica histórico-social”. (194) Además, señala siguiendo a Lévi-Strauss, tiene dos características: 1. Originalidad, pues cada cultura es única e irrepetible; y 2. Globalidad, para que tenga la connotación de cultura, debe abarcar a “…todos los sectores de la actividad humana.” (194)

En esta línea de ideas, toda persona posee un acervo que le permite identificar sus valores materiales y espirituales, por tanto, es poseedor de una cultura propia que, también puede ser compartida por otras personas. Cuando entre éstas se logra una identificación colectiva, además de crear una identidad cultural o social, se obtiene la conciencia en la pertenencia a un grupo que se diferencia de otros grupos, por supuesto.

Al estudiar la cultura, varios autores coinciden en señalar algunos de los “valores materiales y espirituales” que la conforman. Mass, por ejemplo, señala a la conducta y, por tanto a las reglas del comportamiento cuando acepta que la cultura es “…la manera de ser y estar en el mundo.” (22), más adelante acentúa el factor conductual, es decir, la forma en que se manifiesta la cultura dentro de las pautas de conducta, de las relaciones que sostiene las personas en una sociedad, cuando dice: “…la cultura es una configuración específica de reglas, normas y significados sociales constitutivos de identidades y de alteridades.” (23) Para ella, como parte inherente a la conducta, la ideología (25), la ética y la moral se convierten en “…soportes y referentes para preservar el orden de la sociedad.” (26)

Para Lévis-Strauss (en Giménez. 2005), también la conducta es fundamental para entender la cultura. Él escribe:

La cultura no es natural ni artificial. No depende ni de la genética ni del pensamiento racional porque consiste en reglas de conducta no inventadas, cuya función generalmente no es comprendida por quienes las obedecen: en parte, se trata de residuos de tradiciones adquiridas en los diferentes tipos de estructura social por los que cada grupo social ha pasado en el curso de una muy larga historia; la otra parte consiste en reglas aceptadas o modificadas conscientemente en vista de un fin determinado. (242)

Como parte de la conducta, que apoya o contraviene los posibles significados de los fenómenos sociales, hace presencia la ideología. Para Eunice R. Durham (en Giménez. 2005): “La dimensión simbólica constitutiva de la acción humana puede estar verbalizada en el discurso, cristalizada en el mito, el rito y el dogma, o incorporada a los objetos, a los gestos, a la postura corporal, y siempre está presente en cualquier práctica social.” (247) Al presentar la cristalización, abre las puertas para dos grandes conceptos relacionados con la visión del mundo que un individuo o el grupo social construyen y le es propio: la religión y la ideología.

La conducta es la forma en que cobra presencia todas y cada una de las relaciones asumidas por un individuo frente a otros individuos, frente a objetos naturales y creados, y ante entidades abstractas como las deidades y las instituciones. El origen de un rito está centrado en la forma de establecer las relaciones entre la persona/grupo social con un ser sobrenatural. Por eso, al esquematizar estas manifestaciones conductuales, el comportamiento humano entre un brujo, un sacerdote y un líder político son muy parecidos, en circunstancias parecidas, también.

La fe y el dogma ofrecen a las personas la posibilidad de una visión del mundo que condiciona su actuar. A su vez, las relaciones del individuo con otros individuos construyen normas de carácter obligatorio, coercitivas, ya sea por la fuerza física o por la presión social, crean aquello que se le permite hacer. Por último, la forma de interpretar esas normas, completan las características de su cultura. Por este hecho, los objetos y las instituciones se convierten en factores culturales. En este sentido, vale la pena señalar que la cultura es diferente a las manifestaciones culturales. Las manifestaciones son producto de la cultura.

Todos estos factores son aprendidos por el individuo y los asimila de una u otra manera. Cuando son factores referenciales a un solo territorio, en un tiempo específico, y de un grupo social concreto, dan la idea de uniformidad cultural, es decir, pautas comunes entre los individuos del grupo. Esta circunstancia es idílica, modelo de experiencias sociales que difícilmente se encuentran en el mundo actual, y también es una circunstancia poco existente en la historia humana, pues un individuo convive con otros individuos, un grupo interactúa con otros grupos y establece relaciones de todo tipo. Por tanto, los individuos observan, aprenden y reinterpretan las normas propias y las extrañas. Es probable que se creen espacios compartidos, además de territorios físicos de intercambio, como se dijo ya, campos de intercambio simbólico donde se modifican los códigos y las conductas.

Por otro lado, al estudiar la cultura se han creado varias tipologías. Se habla de dicotomías construidas para referirse a circunstancias concretas. Por ejemplo, Cultura de élite y cultura de masas, en opinión de Colombres (15-18) esta clasificación, más bien, debe ser entre cultura de élite y cultura popular, porque la cultura de masas es un concepto inexistente, y no es real pues lo que se llama masa de población es una abstracción que lleva implícita la acción de manipular y no de interactuar. Otra más, la cultura local y la cultura global, la primera hace referencia al espacio físico por encima de las conductas y los códigos que condicionan la manera en que se comportan las personas integrantes de un grupo social, mientras la segunda está conformada por todas las manifestaciones compartidas por la generalidad de los seres humanos, por lo menos en teoría.

Otro factor importante es el económico. Las manifestaciones culturales son actividades humanas, conductas realizadas en un tiempo y espacio definidos. Forman parte de un esfuerzo individual en un grupo social, a veces, la acción es colectiva. Se producen rituales, a la vez, objetos propios del rito. Por eso, como símbolo e imagen, suele utilizarse un objeto como elemento referente de una cultura. Como ejemplo, la máscara de parachico, de Chiapa de Corzo, en Chiapas, es la imagen representativa de la cultura de los chiapanecas, diferente a la tzeltal de los altos de Chiapas. Como manifestación cultural, los objetos que tienen esta doble función, la de ser elemento simbólico de una cultura y bien económico, no se sujeta a la reglas de los demás bienes comerciales. Se vende una máscara, es propiedad de una persona, pero sigue siendo propiedad colectiva pues representa a una cultura.

Intervención en el campo de la cultura:

La cultura se da, nace, cambia y muere, sin necesidad de que sea estimulada pues es parte inherente del ser humano tal cual es. No existe persona alguna con menos cultura que otra, o que no la tenga en absoluto. La cultura puede encontrarse a través de la actividad humana más no toda actividad se considera representativa de una cultura.

Hay objetos que se vuelven representativos, ya sea porque forman parte de un rito, con características religiosas o mágicas, o porque son de uso generalizado en actividades colectivas. La realización de las actividades, la preparación de éstas, y su organización, son el resultado de un tiempo, materiales y esfuerzo invertido por un número de personas que varía de actividad a actividad. Por eso, la cultura tiene un impacto en la economía de las personas, de los grupos sociales e inciden en la economía de otros individuos y de otros colectivos.

Cuando se identificaron los derechos fundamentales de toda persona, en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), los países que la integran reconocieron el derecho que tiene todo individuo a participar libremente en las manifestaciones culturales y artísticas. Este reconocimiento se funda en dos premisas: 1. La cultura es parte inherente al ser humano, ningún animal, ni otro ser vivo hace, transforma y posee cultura; y 2. Las manifestaciones culturales ayudan a construir identidad, dan visión del mundo y es un hecho económico, por tanto, es un factor de desarrollo.

Después de la reunión en la Ciudad de México, en 1970, en 1998, del 30 de marzo al 2 de abril, en Estocolmo, Suecia, se desarrolló la Conferencia Intragubernamental sobre Políticas Culturales para el Desarrollo, una actividad promovida desde la sección de educación y cultura de la ONU (UNESCO), donde se reconoce que “El desarrollo sostenible y el auge de la cultura dependen mutuamente entre sí”, también dice que: “Dado que el acceso y la participación en la vida cultural, son un derecho inherente de las personas de toda comunidad, los Gobiernos están obligados a crear las condiciones necesarias para el pleno goce de este derecho de conformidad con el artículo 27 de la Declaración Universal de derechos Humanos.”

Este reconocimiento desde las instituciones y desde las autoridades representativas de los países integrantes de la UNESCO y participantes en las reuniones y conferencias, es el resultado de los estudios culturales realizados desde varias disciplinas. También es una postura ética sobre el papel de las autoridades nacionales sobre el tema, de cómo evolucionó la intervención en materia de cultura.

En este sentido, los enfoques reconocen que son los individuos quienes generan y transforman los hechos culturales, que las instituciones intervienen y tratan de utilizar las manifestaciones culturales como herramientas para el control social, y que el papel de estas instituciones es relevante. Desde la óptica del Estado, también se reconoce que es una institución y que en su forma de constituirse y actuar, está inmersa una ideología específica, una visión del mundo y una postura política económica.

Bajo estas consideraciones, a través de la historia, se detectan dos grandes enfoques sobre el papel del Estado en torno a las manifestaciones culturales: 1. Activo, es decir, donde el Estado además de velar por los derechos, interviene de manera directa en la preservación y difusión de la cultura, genera, pues más hechos culturales. Y 2. Pasivo, pues el Estado es solamente un policía, quien cuida el acceso a la cultura y sanciona a quienes lo impiden. En esta línea de ideas, existen países donde el Estado asumió posturas intermedias, es decir, son activos en determinadas áreas de la cultura, como puede ser la rama artística; o naciones donde las autoridades son Pasivos en la mayoría de la actividad cultural pero fomentan la participación de particulares en la preservación y difusión, por ejemplo, a través de fondos, fideicomisos, fundaciones y asociaciones civiles.

Las normas de carácter legal son el marco de acción sobre el cual el Estado justifica la postura en torno a todas y cada una de las actividades que realiza su población. Es una referencia que justifica si es activo o pasivo en torno a la cultura nacional. El Estado mismo se organiza reconociendo niveles territoriales, así, además de tener una división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), se constituye a nivel nacional (federal) regional (estatal) y local (municipal). Así, se entiende que las normas existentes en una comunidad están sujetas a las reglas de carácter federal, estatal y municipal que se traducen en:

· Normas federales: Constitución Política de los estados Unidos Mexicanos y leyes federales.

· Normas estatales: Constitución política del Estado de Chiapas y normas estatales.

· Normas municipales: Reglamentos y bandos municipales.

México ha asumido un perfil activo en materia de cultura. Además de adherirse a las disposiciones generadas desde la ONU y la UNESCO, en sus normas estatales se reconoce al Estado como una entidad participativa en la preservación y difusión de la cultura. Su ley más importante, la Constitución Política reconoce esta situación y lo señala en varios de sus artículos. Por ejemplo, señala que los monumentos y sitios antiguos son propiedad de la nación y que a ésta corresponde su administración. Con ello, se apropia del pasado, del patrimonio cultural, base para el reconocimiento de una memoria colectiva.

Las leyes forman parte del proceso utilizado para definir las políticas culturales. Si en la legislación se define un papel pasivo al Estado, éste no puede dejar de observar la legislación que incide en la actividad realizada por su población en materia de cultura. Pasivo, pero autoridad, vigila y juzga, realizando así actividades que inciden de manera indirecta sobre las manifestaciones culturales.

En los demás casos, es decir, donde el Estado es activo o parcialmente activo, las normas legales establecen criterios generales, o de ellas se desprenden criterios generales para justificar la acción de las instituciones representativas del Estado. Estos criterios generales son llamados “Políticas públicas”. Una política, pública o privada, es un lineamiento general, un criterio, desde ahí se organiza una actividad, un conjunto de actividades con objetivos y acciones concretas.

A grandes rasgos, las políticas culturales tienden a sustentar dos grandes objetivos:

· Preservación e incremento del patrimonio cultural

· Difusión y divulgación de la cultura

Para hacerlo así, utilizan como herramientas específicas como son:

· Investigación

· Enseñanza

· Animación

· Inversión

· Administración de espacios

Los ámbitos de acción donde el Estado mexicano interviene son:

· El pasado

· La cultura tradicional, popular y municipal

· Las artes

· Los medios masivos de comunicación

Con estos factores se construye la política cultural y se justifica la existencia de instituciones públicas de acción directa sobre las manifestaciones culturales. Estas instituciones obtienen recursos públicos, es decir, son financiadas por todos los contribuyentes. Instituciones públicas de carácter federal, entre otras, están: El Consejo nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), el Instituto Nacional de Bellas Artes(INBA), el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CNDI). En Chiapas existe el Consejo Estatal para las Culturas y las Artes de Chiapas (CONECULTA) como organismo público fundamental en la cultura. Por último, en cada municipio existe una dirección de educación y de cultura, en ocasiones, el municipio mantiene una Casa de Cultura o un museo municipal, a demás de una biblioteca.

Aunque en México las instituciones públicas existen desde el siglo pasado, en años recientes se ha observado que es más antigua la tradición en materia de instituciones comunitarias cuyo actuar inciden en la preservación y difusión de los rasgos culturales de la comunidad. Por ejemplo, el sistema de cargos tradicionales en comunidades tzotziles en los altos de Chiapas. Adicionalmente, las fundaciones y asociaciones civiles también se han hecho presentes.

Las instituciones, además de observar una política específica, suelen definir un programa de actividades. Para el caso de las instancias gubernamentales es una obligación; en las particulares y comunitarias, se realiza con diferentes grados de sistematización.

Como parte final de este documento es necesario resaltar la importancia de la cultura en el desarrollo de los grupos sociales, es un derecho inalienable el acceso a ella, son las comunidades, grupos sociales, colectivos, quienes definen su identidad. La identidad es la manera concreta de percibir los rasgos culturales propios en relación a otros. Ofrece un rumbo, ayuda a realizarse en el presente y crea imaginarios colectivos, es decir, construye un futuro. Por eso, se entiende la acción del Estado y el perfil de éste en el ámbito cultural. En México, la participación de las instituciones, sean o no parte del Estado, actúan directa, parcial o indirectamente. Las políticas públicas, dependiendo del tipo de institución se enfocan en la preservación y difusión de la cultura. Se actúa en diferentes niveles y se atienden diversos segmentos. Si bien, el estado tiene el enfoque de promover el desarrollo social, desde la actividad cultural; las organizaciones privadas buscan el desarrollo económico a través de la cultura; y, por último, las comunidades se encargan de crear, modificar y desaparecer las manifestaciones culturales. Por eso, en muchas ocasiones, se observa que la actividad cultural desde las instituciones que no son comunitarias tienen resultados pobres.

Fuentes consultadas:

Aguilar Villanueva, Luis F. El estudio de las políticas públicas. Ciudad de México. Miguel Ángel Porrúa. 1996.

Bonfil Batalla, Guillermo. México profundo. Una civilización negada. México, DF. Grijalbo y Consejo nacional para la Cultura y las Artes.

Bourdieu, Pierre. Las reglas del arte. Génesis y estructura del campo literario. (Trad. Thomas Kauf). 2ª edición. Barcelona. Anagrama (Colección Argumentos 167), 1997.

______________. Sociología y cultura. (Trad. Martha Pou) México, DF, Grijalbo y Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. 1990.

Colombres, Adolfo. Teoría de la cultura y el arte popular. Una visión crítica. México. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. 2009.

Dijan, Jean Michelle. La politique culturelle. Paris. Le Monde editions. 1997.

Eco, Humberto. La estructura ausente. Introducción a la semiótica. (Trad. Francisco Serra Cantarell) México, DF. De bolsillo. 2005.

Giménez Montiel, Gilberto. Teoría y análisis de la cultura. Ciudad de México. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. (Dos volúmenes) 2005.

Conferencia intergubernamental sobre políticas culturales para el desarrollo. Consultado el 31 de julio de 2010. http://unesdoc.unesco.org/images/0011/001139/113935so.pdf

DECLARACIÓN DE MÉXICO SOBRE LAS POLÍTICAS CULTURALES. Conferencia mundial sobre las políticas culturales. México D.F., 26 de julio - 6 de agosto de 1982. Consultado el 31 de julio de 2010. http://portal.unesco.org/culture/es/files/35197/11919413801mexico_sp.pdf/mexico_sp.pdf

Los Derechos Humanos y Naciones Unidas. Consultado el 1 de agosto de 2010. http://www.un.org/spanish/geninfo/faq/hr2.htm

Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural. Consultado el 01 de agosto de 2010. http://portal.unesco.org/es/ev.php-URL_ID=13179&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html

Constitución Política de los Estados Unidos mexicanos.

Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Chiapas.


Decreto de creación del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, del 6 de diciembre de 1988.

Ley Orgánica de la Universidad Nacional Autónoma de México, del 6 de enero de 1945.

Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticas e Históricas, del 6 de mayo de 1972. Reformas: 23 de diciembre de 1974, 31 de diciembre de 1981, 26 de noviembre de 1984, 13 de enero de 1986.

Ley Orgánica del Instituto Nacional de Antropología e Historia, del 3 de febrero de 1939. Reformas: 13 de enero de 1986.

Ley Orgánica del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, del 31 de diciembre de 1946. Reformas: 11 de diciembre de 1950.

Ley Federal de Derechos de Autor, del 21 de diciembre de 1963. Reformas: 31 de diciembre de 1981, 11 de enero de 1982, y 17 de julio de 1991.

Ley General de Educación, del 13 de julio de 1993.

Ley General de Bibliotecas, del 21 de enero de 1988.

Ley Federal de Radio y Televisión, del 8 de enero de 1960.

Ley de Premios, Estímulos y Recompensas Civiles, del 31 de diciembre de 1975. Reformas: 15 de enero de 1980, 27 de diciembre de 1983, y 18 de noviembre de 1986.

Ley Federal de Cinematografía, del 29 de diciembre de 1992. Reformas: 29 de diciembre de 1998

Plan de desarrollo (federal y estatal)

Presupuestos de ingresos y egresos (federal y estatal)

viernes, 4 de enero de 2013

Revista Chiapas (1949-1952)

La ficción y la poesía en la revista Chiapas. Órgano oficial del Gobierno del estado de Chiapas, México.


Rafael Araujo


Antecedentes:

En la introducción al libro Sociología y cultura (Bourdieu. 1990), Néstor García Canclini señala: “Un campo existe en la medida en que uno no logra comprender una obra (un libro de economía, una escultura) sin conocer la historia del campo de producción de la obra.” (19) Esta incomprensión también indica la falta de conocimiento sobre otros elementos que Bourdieu describe en otros trabajos de carácter sociológico y que definen la estructura sistémica de cada campo, entre otros, los códigos que permiten intercambiar información sobre el campo, las relaciones que se establecen entre sus elementos y las normas que legitiman a cada uno de ellos como parte integrante del mismo.

Desde un enfoque histórico, Peter Burke opina de una manera similar: “Nuestras mentes no reflejan la realidad de manera directa. Percibimos el mundo sólo a través de una red de convenciones, esquemas y estereotipos, que varía de una cultura a otra.” (19-20) De esta manera Peter Burke le da un rol especial al aspecto cultural que a decir de varios autores[1], es un complejo sistema que codifica objetos, modos de ser, normas y otros elementos para ofrecer una sensación de pertenencia.

En esta línea de ideas, la tradición se convierte en el eje articulador de esos significados, por eso, entre otros estudiosos de la cultura, Colombres (2009) afirma: “Cultura es entonces el conjunto de valores materiales y espirituales acumulados por el hombre en el proceso de su práctica histórico-social.” (194) Una acumulación que se convierte en referencia que da significado, a la vez que construye la idea de patrimonio y sustento de la identidad.

De esta manera la reflexión con que inicia este texto permite observar que los grupos sociales necesitan un conjunto de elementos para definir un campo específico, que éste se delimita en la medida en que crea códigos específicos y que en esta construcción, la tradición es el elemento necesario para hacerlo así. Por eso, al buscar entender el fenómeno literario en Chiapas, se hace necesario conocer la tradición construida en este subcampo de la cultura.

1. 1. Una mirada al Siglo XX, a la narrativa y la poesía de Chiapas y a sus estudios.

Si la literatura de ficción y la poesía son herederas de una forma antiquísima para generar conocimiento, como dice Meletinsky en su ensayo titulado “Sociedades, culturas y hecho literario” (Angenot. 22), cuando leemos textos como El popol-vuh, estamos frente a información que nos habla de un pasado cultural específico. De esta manera, la tradición literaria de ficción y la poesía, son una forma de comprender los acontecimientos antiguos, aunque no es ésta la pretensión de este escrito. Sin embargo, la referencia nos ayuda a centrar el inicio de la tradición escrita en Chiapas: los textos derivados de la tradición oral, entre ellos, el libro citado de origen Maya.Para efectos de este texto, obviaremos más de mil quinientos años de civilización y diversidad cultural para enfocar el hecho en una circunstancia particular: durante el siglo XX, las letras nacionales vieron el auge en cantidad y calidad de escritores nacidos en Chiapas. Al hacer una revisión inicial sobre los autores nacionales que más se han escogido, a través de antologías y estudios, como representativos de la literatura mexicana del Siglo XX, puede observarse que destacan varios escritores locales (tabla 1, en los anexos de este documento).

La trascendencia de estos autores es un asunto que no está del todo explicado. ¿Cómo se da este fenómeno? ¿Cuáles son las causas que lo originan? ¿Es espontáneo? Para dar algunas respuestas, se buscaron algunos libros que pudieran dar una referencia más amplia sobre la historia reciente de la literatura de ficción y la poesía en Chiapas, para mala fortuna, son pocos los textos que se encontraron. Si hay una tradición añeja en esta rama, la de la literatura artística, no existe la correspondiente a su estudio, la crítica y la historia de este saber es escaso y cuenta con muy pocos estudios. Se pueden contar con las manos.

Uno de los libros más completos que ofrece un panorama muy general sobre la historia de la literatura local y de sus escritores es el escrito por Morales Bermmúdez bajo el título de Aproximaciones a la poesía y a la narrativa de Chiapas, publicado antes de concluir el siglo XX. Posteriormente aparece el ensayo de Malva Flores “Progenie de Ceiba” (2000) que hace una revisión de los autores que ella considera más relevantes, abarca todo el siglo XX aunque hace una excepción con el poeta y médico Rodulfo Figueroa, nacido en el siglo XIX y que diera a conocer la mayoría de su obra en ese mismo siglo.

Existen otros títulos que conforman un limitado corpus sobre la historia de la narrativa y la poesía de Chiapas. Ruiz-Pérez (23) reporta la existencia de un texto de 1953 titulado La literatura chiapaneca, escrito por Jesús Agripino Gutiérrez. Otro caso, que reproduce lo que se ha hecho sobre este tema, es la publicación de análisis poéticos o narrativos sobre generaciones y/o autores, trabajos que se han publicado en revistas como el que realizó el profesor Eliseo Mellanes Castellanos en “Perfil de la poesía en Chiapas” de 1963, en el número 9 de la revista ICACH.

Esta ausencia notable ha llevado a resaltar la necesidad de estudios históricos de la literatura de ficción y la poesía, para ello, este documento considera que el contexto social ofrece condiciones que permiten la producción y difusión de los productos artísticos, en especial, en una circunstancia que llevó a Chiapas a tener representantes literarios de la talla de Rosario Castellanos, Eraclio Zepeda Ramos, Jaime Sabines, Juan Bañuelos y Óscar Oliva por citar a los más reconocidos por la calidad en sus trabajos y que tiene continuidad con otros escritores que ya forman parte de ese concierto nacional.

1. 2. El campo de las artes en Chiapas, bajo la sombra de las políticas de Estado

Los nombres citados son personas que ya forman parte de una historia reciente; han sido catalogados como parte de una cultura local de élite, la de Chiapas, y están insertos en el ámbito nacional e internacional. Su desarrollo como artistas y su posicionamiento es el resultado de un esfuerzo encomiable que estuvo condicionado por algunas circunstancias de índole individual, y otras, de aspecto social.

Al inicio del siglo XX Chiapas era una provincia más, políticamente sujeta a la sombra del cientificismo porfiriano. La Revolución Mexicana no llegó sino a través de las noticias impresas y con el cambio de régimen, cambiaron los hombres en el poder más no las instituciones, y mucho menos, las prácticas.

El triunfo de la Revolución Mexicana trajo a Chiapas la ideología propia de un estado con enfoque social que asumió la responsabilidad de la nación y su desarrollo. Desde este enfoque, la cultura fue asumida como parte de esa responsabilidad y, por tanto, del quehacer gubernamental. Se diseñaron políticas culturales e instituciones que promovían, conservaban y divulgaban los aspectos culturales generados por los grupos o por los individuos. Es más, convirtieron las políticas culturales de preservación y promoción, en mecanismos de control social e ideológico.

En Chiapas ésta no fue la excepción. Son los gobiernos federales y estatales quienes se encargan de financiar a las artes. Es desde esta óptica que se crea el Instituto de Ciencias y Artes de Chiapas, en 1945, siguiendo políticas educativas nacionales. Es el Estado quien crea también las primeras empresas de corte industrial. Y al Estado le corresponde hacer caminos, escuelas y dar seguridad social, así como abrir los espacios culturales a toda la población.
A lo largo de ese siglo, en Chiapas se observa que el estado patrocina medios de comunicación propios. Ahí abre espacios de comunicación social, aunque el enfoque de éstos nos recuerda más a medios para las masas y no tanto de la sociedad. Es en estos medios que los creadores dan a conocer sus productos. No es para menos, desde el ámbito educativo se observa el impulso de las artes escritas. Periódicos como El estudiante, son espacios para que los jóvenes den a conocer sus textos.

Desde el Estado se abren espacios para la creación. En los primeros años de la década de los cuarenta surge el primer Ateneo de Ciencias y Artes de Chiapas. Años más tarde, al cerrar esa década, se refunda y logra consolidar un movimiento que se ha visto como el origen de la cultura contemporánea en la entidad.

A la sombra del Estado surgen los espacios para la publicación de los textos, y con el Estado, a través de la educación, se promueve la producción de los textos. El ambiente literario del siglo, desde sus inicios, es una producción notable de textos poéticos, narrativos y de rescate de la tradición oral. El influjo revolucionario no se queda atrás y hay una mirada importante a las leyendas y a los mitos. La búsqueda de un pasado mítico y maravilloso está presente en la prensa local a través de la publicación de la narración oral. La difusión de los textos relacionados con la tradición oral local responden a la ideología inserta en las políticas culturales nacionales que convirtieron al pasado prehispánico en el paraíso fundador de la identidad nacional.

1. 3. Los medios de comunicación y la tradición literaria en Chiapas

Los medios impresos, periódicos y revistas, se convierten en espacios propicios para dar a conocer a los escritores y a sus propuestas literarias. Al revisar la Hemeroteca Fernando Castañón Gamboa (HFCG), de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH), se observa que desde el primer año de ese siglo, en la prensa estuvo presente la ficción y la poesía. Por ejemplo, en El clavel rojo, periódico impreso en Comitán, en 1901, se publicó un poema de Fernando Soria y una narración de Serafín Orando; La revista chiapaneca, una publicación de San Cristóbal de las Casas, en 1908, publica dos narraciones y dos poemas; o El Eco, un periódico semanal en Tuxtla Gutiérrez, en 1910, publica dos poemas. Estos medios son una muestra parcial de lo que sucedía en la mayoría de los impresos.

En esa revisión salta a la vista lo que acontecía en un poblado pequeño que no tiene la relevancia poblacional o económica de San Cristóbal de las Casas, o de Tuxtla Gutiérrez, aunque históricamente Comitán sí tuvo un papel preponderante en la conformación del estado chiapaneco. En Comitán la actividad periodística era importante. Por ello, no es raro que un personaje como Rosario Castellanos tuviera la influencia de un ambiente cultural que la llevó a convertirse en la figura que fue. Curiosamente, ella no publica sus primeros textos en medios comitecos. Lo hace en El estudiante un periódico tuxtleco, en 1942 (Gómez. 86)

La prensa local es un factor importante en la promoción y difusión de la narrativa, la poesía y el teatro de Chiapas. Como espacio de divulgación, la prensa escrita se convierte en el sitio donde conviven creadores de épocas y perfiles diferentes. Los escritores, a veces periodistas improvisados, son también editores y promotores culturales improvisados también. De esta manera se observa como el subcampo literario se vincula de manera estrecha con el periodistíco.

En las páginas de los periódicos y revistas están textos que vieron luz por primera, segunda y hasta por tercera vez. Además de Rosario Castellanos, en el Estudiante de 1942, también encontramos ahí a Jaime Sabines en El faraón de 1947, por ejemplo; o textos de Tomás Martínez, Rafael Alberti, León Felipe, en el ya citado El estudiante, en 1944.

En este contexto, durante la década de los años cuarenta, el Estado busca consolidar su política de comunicación a través de un impreso propio. Chiapas, un periódico oficial.

2. Chiapas. Turismo cultural.

En el contexto descrito sobresalen los siguientes aspectos:

· En Chiapas, la actividad literaria, ya fuera el periodismo, la narrativa o la poesía, se impulsaba a través de la educación y era divulgada en los medios periodísticos.
· El Estado tenía, y sigue teniendo, la responsabilidad de la preservación y la promoción de la cultura, por ende, de las artes. Después de 1910, el enfoque respondía a una política de corte social emanada de la ideología promovida por los personajes de la revolución triunfante.

· A Chiapas llegaron ideas y políticas desfasadas en el tiempo que se ajustaron a la dinámica propia de la entidad. Y,

· Ante la carencia de instituciones culturales sólidas, especialmente en las artes, los medios de comunicación fungieron como los promotores de la narrativa y la poesía.


2.1. Origen de Chiapas:

A lo largo del siglo XX aparecen impresos que llevan el nombre del estado. En la HFCG se encuentran ejemplares de periódicos y revistas que datan de 1916, 1922, 1928, 1929 y 1948, entre otras fechas, que corresponden a proyectos editoriales encabezados y patrocinados por diversas personas. En este contexto, bajo la administración del gobierno estatal aparece el periódico Chiapas. Un periódico que era dirigido por el periodista y escritor Armando Duvalier, en su equipo de trabajo estaba como jefe de redacción Santiago Serrano y jefe de publicidad Neftalí Marina; entre sus colaboradores destacan Franco Lázaro Gómez con ilustraciones, Enoch Cancino Casahonda con poesía y Eliseo Mellanes con notas y artículos. Un conjunto de personas que se integrarán con otras responsabilidades a otro proyecto oficial, la revista Chiapas que será el medio de comunicación del gobierno encabezado por el General Grajales a partir de 1948.
En el periódico aparecen varios poemas de un autor que se convertiría en ícono popular, Enoch Cancino Casahonda, “noquis”. En el número 105, del 3 de abril de 1948 aparece el siguiente texto:

Pausa incierta
 
A Pedro de Iriven
 
Amo
el sexo del viento,
amo el humo de los ferrocarriles,
y mi ansia se diluye en la quimera;
de sembrar rocas, como semilla de silencio,
y hacer que el mar no cante con sus olas.
Sin embargo,
la luna es mi aliento y el suspiro mi escudo.
Mi voluntad está abandonada en su sitio,
como una vieja columna,
como un tallo en el desierto, sola.
Pienso en la palabra de la amada,
en el agua que resbala
y besa el tiempo.
Pienso en lo que soy:
un ser que deberá encarcelar estrellas,
y que vive tan sólo del recuerdo
de una ausencia mil veces repetida.
En mí, que nutro de soledad,
de rutas siempre perseguidas
y nunca satisfechas…
que puedo decir yo del amor y del hambre…no tengo la tragedia entre mis sienes;
pero tampoco soy todo siglo veinte.
No diré que ni yo mismo me comprendo,
porque, ya no estamos para decir eso.
Tal vez mañana encarcele al viento,
por hoy, sigo tejiendo hilos de luna,
y amando el llanto gris de los ferrocarriles. (2)

Al cambiar la administración estatal, el general Francisco J. Grajales cambia el concepto editorial del periódico y lo convierte en una revista. En 1949, bajo la conducción de Armando Duvalier, en abril, nace la revista Chiapas, con la intención de difundir los atractivos turísticos de la entidad. El general Grajales tenía una idea especial sobre el desarrollo de Chiapas, mantuvo una visión política en la cual la intervención del Estado fue fundamental. Para la cultura también. Antes de asumir el gobierno, en 1948, refundó el Ateneo de Ciencias y Artes de Chiapas.

Chiapas, como revista, estuvo adscrita al departamento de Prensa y Turismo del Gobierno del Estado de Chiapas, factor que le da un perfil específico pues el contenido se centró en este aspecto económico. También se le dio espacio a la labor constructiva del gobierno en turno y a las actividades del mandatario local. Tal vez ésa sea una de las razones por las cuales la decisión del gobernador sobre la dirección de la revista recayó en un periodista con perfil intelectual, además de la labor realizada por Duvalier en el periódico gubernamental en la administración que le precedió.

Por ejemplo, para una de las líneas de difusión del turismo, la correspondiente a las monografías, el joven artista, historiador y arqueólogo, Jorge Olvera publica en el primer número un texto sobre Comitán, o el periodista y poeta Rosemberg Mancilla escribe una nota sobre las rutas aéreas de Chiapas. En este sentido, la organización de la difusión turística y de los textos mismos tenían una clara intención, dar a conocer los atractivos desde las siguientes ópticas: 1. Bellezas naturales, 2. Monografías, 3. Arqueología, 4. Tradición y, 5. Cultura.


2.2 Imagen y palabra

Eliseo Mellanes Castellanos, quien fungiera como pieza clave en los dos proyectos de Duvalier, el periódico en primera instancia y después en la revista, en una entrevista no publicada aún señala que la importancia de la revista no sólo fue la de difundir diversos aspectos turísticos de Chiapas, sino que tuvo la suerte de introducir el uso de nuevas tecnologías.

Así fue, con la máquina de impresión alemana que utilizó la revista, el producto final tenía una diferencia notable en relación al resto de las publicaciones de la época pues visualmente aprovecharon el uso de la imagen fotográfica. Esta tecnología le permitió a los editores acompañar a cada texto con imágenes gráficas. En ocasiones, las imágenes eran reproducciones de artistas plásticos locales como Franco Lázaro Gómez, Aníbal Gallegos, Héctor Ventura, entre otros. Aun así, la fotografía fue la técnica más utilizada para ilustrar las páginas de la revista.

Así, la revista también permitió la convivencia entre periodistas, escritores, científicos y artistas plásticos, haciendo de ella un espacio de convivencia intelectual. Aunque las relaciones formales de los intelectuales estuvieran sujetas a la institución ateneísta, y que a través del Instituto de Ciencias y Artes de Chiapas, la parte formativa se atendiera, Chiapas fue un espacio que redondeó el campo artístico local, bajo la sombra del Estado.


3. Intelectuales de Chiapas

La vida cultural del Estado estaba en auge, era el resultado de políticas iniciadas en gobiernos estatales locales que respondieron a lineamientos nacionales. En 1945, además del ICACH, el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), con sede en la Ciudad de México, creó la Escuela de Artes Plásticas de Chiapas y la adscribió al INBA local.

En las ciencias, el interés por la flora y fauna hicieron que varios científicos decidieran radicar en Chiapas; nombres como el de Faustino Miranda y Miguel Álvarez del Toro dan fe. Para las ciencias sociales ocurría algo similar, Franz Blom y Gertrude Duby se establecen en el estado; y en esa década, se descubre oficialmente el sitio arqueológico de Bonampak.  

Este contexto se completa con algunos datos estadísticos. Según el censo de población de 1940 reportado por el INEGI, México tenía una población superior a los diecinueve millones, Chiapas no llegaba a los setecientos mil, en ese conteo; además, reporta que casi siete millones saben leer y escribir, en el país, y que en Chiapas es una cantidad que se acerca a ciento dieciséis mil personas que tienen esas habilidades. Los datos de 1950 indican que el país tenía una población cercana a los veintiséis millones, Chiapas andaba por los novecientos mil y Tuxtla Gutiérrez cerca de los cincuenta mil habitantes.


3.1 Los autores científicos, los escritores de ficción y los poetas.

Los datos anteriores dan fe de las contradicciones presentes en el contexto social que impactaron al campo cultural; por un lado, a mediados del siglo, la población chiapaneca tenía un índice de analfabetismo muy alto; por otro, la producción escrita era muy intensa.

Desde su primer número, Chiapas es un espacio en donde coexisten textos de corte periodístico con los de ficción, a un lado de escritos con características científicas está la poesía y la nota periodística oficial. Este aspecto se refleja también en la parte visual, hay fotografías de las actividades del gobierno, de lugares históricos e imágenes hechas a tinta o grabado, estas últimas como ejercicio independiente de la política y de las políticas gubernamentales.

La revista tiene dos épocas, aunque editorialmente son muy similares, la primera fue la que encabezó su fundador, Armando Duvalier. En la segunda, Jesús Agripino Gutiérrez está al frente de la publicación. Todo el tiempo, Eliseo Mellanes Castellanos funge como el jefe de redacción. Duvalier define el concepto editorial que tendrá a lo largo de su existencia, pero con Agripino, la parte cultural, la narrativa y la poesía, tienen un espacio más amplio. La revista no señala el cambio de épocas como tal, pues se organiza por números y tomos; pero se observa que la dirección de Duvalier va del número 1 al 11; en julio de 1950, justo para el número 12, y tomo II, se reporta en el directorio a Gutiérrez como el director.

En total, aparecieron 34 números de la revista, en un periodo que comprende cuatro años, de abril de 1949 a noviembre de 1952, con circulación estatal y periodicidad mensual. Como un dato especial debe mencionarse que la revista publicó por lo menos cuatro separatas en 1951. El contenido de éstas versó sobre la narrativa, la poesía y sobre otros aspectos culturales. Bajo la conducción de Duvalier, la revista publica muy pocos textos narrativos o poéticos, hay una presencia constante de escritos de difusión científica; al asumir la conducción. Jesús Agripino incrementa la presencia de la narrativa de ficción y de la poesía, como se observa en la tabla 2. Incluso crea un espacio que es nombrado “La expresión emocional”, una sección dentro de la revista que permite la publicación de poemas.

La revista abrió un espacio para la difusión del conocimiento generado por los científicos de la época. Su labor fue fecunda y constante lo que permitió la reflexión intelectual desde la escritura. Aunque tenía un perfil turístico, lo cual incidió en el tipo de textos que se incluyeron dentro de sus páginas, hay reflexiones en torno a la mujer, al indigenismo, sobre las artes, y, especialmente, sobre diversos tópicos naturales e históricos de Chiapas y sus pueblos. Por eso, no es extraño que abunden las monografías, a veces con características poéticas, otras, con acento histórico.

Dentro de las personas con una formación científica destacan los nombres de: Jorge Olvera, Frans Blom, Gertrude Duby, Faustino Miranda, Miguel Álvarez del Toro, Donald B. Cordy, Eliseo Mellanes Castellanos y Eduardo J. Albores. Un notable grupo que también tuvo un papel importante en otras instituciones gubernamentales y de intelectuales.


3.2 Ficción y poesía en la revista

Después de Duvalier, la aportación de Gutiérrez está en la inclusión de escritores que produjeron textos de creación literaria. La presencia de este tipo de escritos es abundante a partir del número 14-15, una revista que salió dos meses después de su fecha normal y que, por tanto, fue una revista doble. Independientemente de esta situación, como puede observarse en la tabla 3, Chiapas tiene entre sus páginas 9 leyendas de 6 autores, 7 relatos correspondientes a 7 literatos, 7 cuentos de 5 perrsonas, y 46 poemas de 30 diferentes escritores. Es decir, un número considerable de textos que fueron escritos por otra cifra considerable de personas. Chiapas, como medio de comunicación también fue un espacio que convocó a los escritores locales que producían, en ese momento, obra de creación literaria, ya fuera a través de la rescritura de leyendas, la publicación de relatos propios o, a través de la poesía.

La diversidad de autores es sobresaliente en la rama poética, pues son 30 los participantes. En la cuentística tenemos una producción menor, y la variedad de autores también es mínima. Pasa lo mismo con el relato y con el rescate de las leyendas. En el conjunto, al revisar los nombres, Armando Duvalier sobresale, no sólo porque fungió como fundador y primer director de la publicación, sino porque participa con textos poéticos y con cuentos, además de publicar textos de carácter periodístico. En poesía, puede observarse que, a diferencia de las otras ramas, la presencia de escritoras es relevante, aunque todavía muy inferior. Son cuatro mujeres quienes publican 8 textos. De ellas, Gloria Grajales es la más productiva con 4 textos, uno más que Enoch Cancino Casahonda, quien tiene 3; Mariano Penagos, 3; o Luis García, también con 3.

A lo largo de los años, se consolidaron algunos nombres que ahí publicaron, como es el caso de Enoch Cancino o Armando Duvalier. Un caso aparte es el de Rosario Castellanos pues ella construyó su trayectoria fuera del estado, sin dejarlo a un lado.

Chiapas, la revista, fue un espacio para las artes y la cultura local. Bajo la sombra del turismo y el patrocinio gubernamental logró reunir a los escritores locales para que ahí dieran a conocer parte de su producción. Los escritores locales la hicieron suya, especialmente aquellos que no migraron hacia el centro del país, son autores que apostaron a hacer sus aportes desde su localidad y están presentes a través del tiempo en las páginas de esta publicación oficial.

En ella está presente parte del campo cultural, se pueden analizar otros aspectos como el de las relaciones y hábitos que en él se construían. La presencia gubernamental es relevante e indica que la cultura tenía un espacio propio pero que no era independiente de la política, por eso, los textos presentes en las páginas revisadas abordan temas que van del indigenismo a la vida íntima de las personas, pero nunca hacen las veces de catalizador social en donde se observen las contradicciones del sistema o de la sociedad misma.


3.3 Chiapas y la revista Ateneo. Se funda una tradición.

A manera de colofón, el contexto social de la época generó condiciones especiales para el éxito de la revista como agente cultural. Respondió a las condiciones que desde la óptica gubernamental encajó muy bien en una política paternalista sobre la sociedad y en la interpretación que la autoridad hizo de las condiciones sociales en el ámbito de la cultura. El general Grajales dejó que los intelectuales hicieran su trabajo y logró mantenerlos en línea con la política impulsada en su administración.
Al ser una entidad federativa con altos índices de analfabetismo, dispersión y pobreza, Chiapas contó con una revista que buscaba impulsar el turismo y que utilizó la cultura como medio de atracción. Al hacerlo así, también dio inicio a otra tradición que fue acompañada por otra publicación, la revista Ateneo, cuya línea fue la aportación más importante en la búsqueda de la autonomía del campo cultural pues sus páginas solo abordaron temas de ciencia y arte. Al revisar Ateneo, encontramos a las mismas personas que participaron en Chiapas.

La periodicidad de Ateneo fue distinta a la de Chiapas pues era semestral, sin embargo, solo llegó a publicar 7 números en 7 años. La secuencia Chiapas-Ateneo se continua con otra revista de corte oficial, pues era el órgano de comunicación de un organismo educativo, ICACH. Nuevamente se observa la continuidad editorial de Ateneo y la presencia de las mismas personas que en Chiapas participaron.

¿Qué nos deja esta línea de continuidad editorial, a veces interrumpida? Además de una tradición que lleva a pasar por las páginas de Tertulia, y llega a la Revista de ciencias de la UNICACH y a Liminar. Revista de ciencias sociales, tal vez, lo que Colombres señala como la necesaria presencia de una cultural de élite en un sistema más amplio, donde la cultura popular también está presente y hace una honda diferencia con la cultura para las masas, tal vez.



Fuentes consultadas:



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El clavel rojo. N° 4, Tomo 1, 11 de Agosto 1901, Comitán, Dir. L. Porfirio Gordillo.



El Eco . N° 1, Año 1, 06 Junio de 1910, Tuxtla Gutiérrez, Dir. E. Barroso



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Revista Ateneo. Número 1. Marzo de 1951. Tuxtla Gutiérrez.


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Revista Chiapas. Número 33. Octubre 1952. Tuxtla Gutiérrez.

Revista Chiapas. Número 34. Noviembre 1952. Tuxtla Gutiérrez.

Revista ICACH. No.1. Junio 1959. Tuxtla Gutiérrez.

Revista ICACH. No.2. Septiembre 1959. Tuxtla Gutiérrez.

Revista ICACH. No.3. Diciembre 1959. Tuxtla Gutiérrez.

Revista ICACH. No.4. Junio 1960. Tuxtla Gutiérrez.

Revista ICACH. No.5. Diciembre 1960-marzo 1961. Tuxtla Gutiérrez.

Revista ICACH. Suplemento. Junio de 1961. Tuxtla Gutiérrez.

Revista ICACH. No.6 y 7. Enero-diciembre 1961. Tuxtla Gutiérrez.

Revista ICACH. No.8. Enero-junio 1962. Tuxtla Gutiérrez.

Revista ICACH. No.9. Julio-diciembre 1962. Tuxtla Gutiérrez.

Revista ICACH. No.10. Enero-junio 1963. Tuxtla Gutiérrez.

Revista ICACH. No.11. Julio diciembre 1963. Tuxtla Gutiérrez.

Revista ICACH. No.12. Enero-junio 1964. Tuxtla Gutiérrez.

Revista ICACH. No.13. Julio-diciembre 1964. Tuxtla Gutiérrez.

Revista ICACH. No.14. PENDIENTE.

Revista ICACH. No.15. Enero-Junio 1965. Tuxtla Gutiérrez.

Revista ICACH. No.16 y 17. Enero-diciembre 1966. Tuxtla Gutiérrez.

Revista ICACH. No.18. Enero-Junio 1967. Tuxtla Gutiérrez.

Revista ICACH. No.1 (19). 2ª época. Enero-Junio 1970. Tuxtla Gutiérrez.

Revista ICACH. No. 2 y 3 (20 y 21). 2ª época. Julio 1970-junio 1971. Tuxtla Gutiérrez.

Revista ICACH. No.4 (22). 2ª época. Julio-diciembre 1971. Tuxtla Gutiérrez.

Revista ICACH. No.5 y 6 (23 y 24). 2ª época. Enero-diciembre 1972. Tuxtla Gutiérrez.

Revista ICACH. No.1. 3ª época. Julio-diciembre 1987. Tuxtla Gutiérrez.

Revista ICACH. No.2. 3ª época. Enero-junio 1988. Tuxtla Gutiérrez.

Revista ICACH. No.3. 3ª época. Julio-diciembre 19888. Tuxtla Gutiérrez.






[1] Para ahondar en el tema de la cultura y la identidad puede recurrirse a Gilberto Giménez, quien publica en dos tomos un conjunto de reflexiones sobre el tema que van acompañados de una antología de textos que soportan sus reflexiones y que ofrecen la perspectiva de otros autores.