Iluminación I
Lucero de mis noches:
Hoy tuve un encuentro con la Luz. Mi camino se ha descubierto. Los misterios descubren sus secretos.
Mis padres nunca han deseado para mí el camino de la familia. Eso lo han reservado para mis mayores hermanos menores. Han considerado que mi sino es la iluminación y, para ello, años han pasado de esfuerzos y aprendizajes. El que yo te conociera fue para ellos, bien lo sabes, una prueba de Indra. Ante nuestra terca resistencia opusieron rigor y fervor. Por eso, amada mía, me impusieron como prueba 100 lunas de meditación en estas tierras distantes.
Pero Soma aguardaba para mí y para ti, dulce resplandor, caminos jamás imaginados por mis padres. Hoy, ha corrido sus velos. La oscuridad abre una esperanza. Soma, Soma, ¡cuán grande es mi agradecimiento!
Llevaba días y noches meditando en torno al mandala IX del Rig Veda, referente al Dios Licor Soma que curiosamente se relaciona con la Luna, también encadenada a este rigor impuesto por mis padres: ¡ausentándome de tu lado y del mundo por 100 Lunas! Sentado o caminando, día o noche, un fragmento, el último, llegaba a mí de manera recurrente aunque yo tratara de evadirlo.
“El caballo de tiro busca un carruaje ligero,
el seductor una sonrisa;
el pene hendiduras vellosas y las ranas agua.
¡Fluye Indu, fluye para Indra!
Llegué a creer que Indra se burlaba de mi suerte. Mi corazón empequeñeció ante la cruel dualidad. Mi estadía espiritual, en un entorno de soledad extrema, y en mi cabeza una frase voluptuosa y carnal.
Sin embargo, he descubierto su significado: la naturaleza de los seres hace que encuentren su propio camino y éste, es el único que ha sido construido para cada ser.
He entendido que esa tarde en que tu mirada se cruzó con la mía es parte de un plan divino para llevarme a la puerta de tu ser, amada de mi corazón. Entiendo que mi cuerpo no tiene razón de existir sin el tuyo.
Intuyo que a través de nuestra parte más terrenal podemos encontrar la luz de nuestra propia realización. Y ronda por mi mente el olor de tu pelo húmedo, aunque aún no haya tenido oportunidad de sentirlo. De su textura y de las caricias que puede ofrecer a mi boca, a mi pecho, a mi vientre.
Presiento también, las suaves palmas de tus manos recorriendo las formas y líneas de mi cuerpo. Entreveo los desbocados momentos en que tus labios recorran cada uno de las partes de mi boca y el jugueteo inacabado de nuestras lenguas.
Imagino los contornos de tu silueta y cómo lentamente te despojas de tus vestidos.
Sé de cierto que, como el agua de un río, se dará de manera natural la penetración de mi miembro por todos y cada uno de tus orificios.
Lucero de mis noches: ten paciencia, hoy, nuestro destino no es sino la realización plena de nuestro amor.
Tuyo hasta la eternidad.