Después de los 15,000; la cuenta sigue...

lunes, 15 de diciembre de 2014

Dos

- ¿Qué es el silencio?
- Todavía no lo sé, Magdalena. A veces, me parece que es una lágrima, como aquella que sueltas a escondidas y que nunca está acompañada. No creas que me pasa desapercibida, no. La he visto porque deja una huella invisible para quien descuida su mirada, pero no para mí. Me pregunto y te lo digo ahora, ¿por qué sueltas lágrimas solitarias? y, además, ¿por qué tratas de que no la vea?

Magdalena caminó un rato sin dar respuesta. A medio día, un día como el de hoy 26 de septiembre, el sol era intenso y las calles están vacías, en silencio. Solo se escucha el lento andar de los pies calzados de ella, lentos y un poco tristes.

- Es probable que no lo sepa, ni yo misma. Sólo sé que llega el momento de soltarla, darle libertad.
- No te entiendo.
- ¿Lo ves? Por eso nada te digo y nada te enseño. Porque quieres una explicación. No la hay porque no la tengo. Y mis lágrimas, a veces quieren salir solitas, una a la vez. Lo sé porque el corazón me lo insinúa, me lo susurra y sé que debo dejarla fluir.


Ella volvió a caminar, esta vez con rumbo fijo, hacia la puesta de sol, por donde se llevaron a los 43 que nos faltan, eso dicen y yo lo sé de cierto.


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