Por Enrique Hidalgo Mellanes
mellanes509@hotmail.com
“Oiga usted ¿no le resulta raro auto entrevistarse?”, me dije a mi mismo.¿No es usted una especie de doctor Jekyll y mister Hyde?” Le respondí a mi mismo que no, que simplemente es un ejercicio literario y periodístico. Es parte de las habilidades del equilibrista. Así que permítanme colocarme en las posiciones de entrevistador y entrevistado.
El dialogo
Hoy jueves 10 de diciembre, en Festival de Letras, a las seis de la tarde, se presenta el libro “Premio de Poesía Jaime Sabines. 20 años”, publicado por Coneculta Chiapas en donde apareces como seleccionador o antologador, ya lo leì y veo también que el prólogo lo escribió Jorge Esquinca, Premio Iberoamericano de Poesía Jaime Sabines para obra publicada. Dime ¿Cómo hiciste esta antología?
Debo decirte que la idea de la antología surgió durante una charla con los poetas Roberto Rico Chong, Premio Regional de Poesía Rodulfo Figueroa y Gustavo Ruiz Pascacio, Premio Nal de Crítica de Arte. Les pregunté ¿tienen todos los libros que han obtenido el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines? Ellos respondieron que no.
Lo que hice después fue visitar las bibliotecas de algunos poetas e instituciones. Fotocopié los libros que son inconcebibles en las librerías. Reuní los diecinueve poemarios. Los ví, los acaricié y sentí la sangre poética vibrando intensamente. Durante un mes dejé que mis emociones se calmaran para que mi mente se internalizara en el corazón de la poesía y pudiera escuchar esos latidos seductores.
En noviembre del 2008, Gustavo Ruiz Pascacio, Benjamín Lorenzana y yo, fuimos invitados para dictar unas conferencias en la Universidad de Innsbruck, Austria. En ese trayecto y lejos de México leí y seleccioné los poemas que ahora integran el libro “Premio de Poesía Jaime Sabines. 20 años”, editado por el Coneculta Chiapas.
¿Dime que se siente leer poesía lejos de Hispanoamérica?
En París, mientras yo esperaba el avión que me llevaría a Viena y en el trayecto, leí los poemarios de Leonardo Varela, Rafael Courtoise y Francisco Magaña. En Viena no leí pero si en Saint. Leonhard mientras caía la nieve. Ahí me reencontré con las poéticas de Juan Felipe Robledo Cadavíd, Jeremías Marquínez , Javier España Novelo, Francisco Hernández y Félix Suárez.
Leer poesía frente a los Alpes austriacos, tomando oporto y en el hotel en donde hace mucho tiempo se hospedó Goethe es sumamente hipersensible. En mi habitación y en soledad leí los poemarios de Silvia Tomasa Rivera, Ramón Iván Suárez Caamal, Efraín Bartolomé, Elsa Cross, Jorge Fernández Granados, Minerva Margarita Villareal y Cecilia Romana. Mientras esperaba yo el avión en Holanda que me traería a México di lectura al libro de Carlos Augusto Tejeda Castillo.
Te confieso que la experiencia lectora mirando a los libros, a la nieve y lejos de México es otra forma diferente de sentir ese algo de alma percibida, sentida y seducida por las grafías. De hecho pienso que la poesía está continuamente haciendo el amor intenso y agotador con las letras. La poesía seduce a la escritura. El hijo de la poesía y la escritura es el poema.
Antologaste a los grandes de la poesía Hispanoamérica ¿Cómo te atreviste a hacer eso?
Simplemente me atreví. Eso son la poesía y la lectura de poesía, atrevimientos. Pienso que las poéticas son rastros del corazón, del espíritu y de los recuerdos. Al leer los poemarios me emocioné al extremo de que me emocioné pensando en los hechizos y conjuros. Otros poemarios escuché y vi el canto ceremonial de las voces antiguas. Pero también vi en sueños el paso de los colores y olores. En una ocasión tuve una revelación: percibí ese momento todo el espacio contenido en las palabras, quiero decir, que la poesía me hizo levitar tres centímetros.
Soy de la idea que le paremos a la charla porque percibo que vas a decirme que te tomaste unas botellitas de oporto o bien que sentiste el roce del cuerpo de las musas invocadas por el corazón más hermoso.
Le atinaste. Iba a hablarte de las musas. De hecho, en la antología “Premio de Poesía Jaime Sabines. 20 años” pienso que las musas se presentan de muchas formas y con muchas voces. En ocasiones ellas, las musas nos seducen y las seducimos. En lo particular, me gusta seducir, me gusta oler y escribir con la mirada.
En los poemarios también están esas miradas íntimas de las damas, de las poetas. Sus miradas son de seducción poéticas. Yo las leí y casi sentí el abrazo y la cercanía de ellas. Ahora se que siempre han estado aquí, en mi mente y en mi corazón.
El prólogo de la antología es de Jorge Esquinca, Premio Iberoamericano Jaime Sabines para obra publicada 2009. ¿Cuál es tu opinión?
El poeta Jorge Esquinca es autoridad literaria. Su crítica es excelente y acertada. Me gusta lo escrito. Permíteme. Te voy a leer una parte del prólogo que él escribió.
“Los veinte poetas presentados en esta muestra antológica del Premio de Poesía Jaime Sabines, son un claro testimonio de la energía vital y de la fuerza respiratoria con que alienta la poesía se nuestra lengua. Cada una de sus voces se hace escuchar con nitidez y cifra su registro particular en una vasta partitura. Desde Silvia Tomasa Rivera- la primera en obtener el galardón 1988- , hasta Carlos Augusto Tejeda, que los consiguió en 2008, se extiende un arco en el que se alternan los nombres de poemas cuya labor ha sido merecedora de un amplio reconocimiento, junto con los de otros a quienes este Premio ha servido como una importante plataforma de proyección personal.”
“El libro que el lector lleva en sus manos contiene una selección generosa de cada uno de los poetas ganadora y ofrece la posibilidad de acceder a una porción significativa de los libros premiados que se halan agotados o cuyas ediciones son ahora imposibles de encontrar. Veinte años, veinte poetas, veinte voces que invitan a una atenta complicidad y en las que el lector de poesía encontrará más de una buena razón para seguirlas de cerca.”
Perfecto. El prólogo de Jorge Esquinca dice mucho y en pocas palabras. Usted y yo hemos platicado lo suficiente. Dejemos aquí la auto charla, a esta hora en que llega la luna llena llega a Tuxtla Gutiérrez. Lo dejo en paz.
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