Después de Kant, la forma de conocer y valorar al
arte fue otra. Como se vio, Kant recupera algunos conceptos generalmente
aceptados en su época, en torno a lo que es artístico. De esos conceptos aún
hoy en día los consideramos vigentes y siguen en uso, expresiones como “el arte
de hacer política”, en relación a una forma excelsa de cualquier actividad
humana. Sin embargo, Kant sienta las bases para diferenciar cualquier actividad
del arte, incluso señala la importancia de la belleza y del juicio que sobre
ella se hace. Adolfo Sánchez Vázquez presenta a Kant y a los autores que le
siguieron, esta vez, mayor en número que en épocas anteriores.
Hegel, la
necesidad y la función:
Figuras rituales, Nuevo México. CA. 1300 |
Sería ridículo preguntarse si en geometría hay una
extensión; en astronomía, si el sol existe. Sin embargo, incluso en el círculo
de las ciencias no filosóficas, puede surgir la duda sobre la existencia de su
objeto, como en la psicología experimental y en la teología propiamente dicha.
Cuando estos objetos no nos son dados por los sentidos, sino que los hallamos
en nosotros como hechos de conciencia, podemos preguntarnos si no son más que
simples creaciones de nuestro espíritu. Así lo bello ha sido representado como no teniendo realidad fuera de
nosotros mismos, sino como un sentimiento,
como una fruición, como algo
puramente subjetivo. (71)
[…]
El arte tiene su origen en el principio en virtud
del cual el hombre es un ser que piensa, que tiene conciencia de sí; es decir,
que no solamente existe, sino que existe para sí. Ser en sí y para sí, es reflexionar sobre sí mismo,
tomarse como objeto de su propio pensamiento y por ello desenvolverse como
actividad reflexiva; he aquí lo que constituye y distingue al hombre, lo que le
hace espíritu. (74) […]
Tal es el principio de toda acción y saber. El arte
encuentra en él su origen necesario. (75)
[…]
En una palabra, el arte crea a su designio imágenes, apariencias destinadas a
representar ideas, a mostrarnos la verdad bajo formas sensibles. Por ello, tiene la virtud de remover el alma en
sus más íntimas profundidades, hacerla probar goces ligados a la visión y
contemplación de lo bello. (76)
[…]
Es preciso concluir que si el arte emplea en sus
composiciones las formas de la naturaleza y las estudia, su fin no es
reproducirlas y copiarlas. Rival de la naturaleza, como ella y aun mejor que
ella, representa ideas; se sirve de
sus formas como de símbolos para
expresarlas; y las conforma, las rehace sobre un tipo más perfecto y puro. No
en vano se llaman a sus obras creaciones del genio del hombre. (77)
[…]
El verdadero fin del arte es, por consiguiente,
representar lo bello, revelar la armonía. Éste es su único destino. Cualquier
otro fin, la purificación, el mejoramiento moral, la edificación, la instrucción, son accesorios o consecuencias. (80)
Freud, la
fantasía y la neurosis:
Detalle de una escultura Indú, Khajuraho, ca. 950-1050 |
Se trata de la existencia de un camino de retorno
desde la fantasía a la realidad. Este camino no es otro que el del arte. El
artista es, al mismo tiempo, un introvertido próximo a la neurosis. Animado de
impulsos y tendencias extraordinariamente enérgicos, quisiera conquistar
honores, poder, riqueza, gloria y amor. Pero le faltan los medios para
procurarse esta satisfacción y, por tanto, vuelve la espalda a la realidad,
como todo hombre insatisfecho, y concentra todo su interés, y también su
libido, en los deseos creados por su vida imaginativa, actitud que fácilmente
puede conducirle a la neurosis. (84)
Croce, la
intuición:
Intalación de Eva Hesse. 1969 |
Hemos identificado francamente el conocimiento
intuitivo o expresivo con el hecho estético o artístico, tomando las obras de
arte como ejemplos de conocimientos intuitivos y atribuyendo a éstos el
carácter de aquéllas. Pero nuestra identificación tiene en contra suya un punto
de vista, ampliamente aceptado también por filósofos, que considera el arte
como intuición de cualidad enteramente peculiar. Admitamos (se dice) que el
arte sea intuición, más la intuición no es siempre arte. La intuición artística
es una especie particular, que se distingue de la intuición en general por un
algo de más. (86)
[…]
Toda diferencia, pues, es cuantitativa, y, como tal,
indiferente a la filosofía, scientia
qualitatum. Unos tienen más aptitud que otros, más frecuente disposición
que otros para expresar plenamente ciertos complejos estados de ánimo. A éstos
se les llama artistas en el lenguaje corriente; algunas expresiones harto
complicadas y difíciles aciertan a manifestarse con excelencia y se las llama
obras de arte. Los límites de las expresiones –intuiciones que se denominan
arte, con relación a las que se califican de no arte- son empíricos y es
difícil definirlos. Un epigrama pertenece al arte; ¿por qué no una palabra
sencilla? Un cuento pertenece al arte; ¿por qué no una simple nota de
información periodística? (87) […]
Lukács,
la realidad y el modelo:
Autor. Magritte. La pipa. |
Esta meta consiste, en todo gran arte, en
proporcionar una imagen e la realidad, en la que la oposición de fenómeno y
esencia, de caso particular y ley, de inmediatez y concepto, etcétera, se
resuelve de tal manera que en la impresión inmediata de la obra de arte ambos
coincidan en una unidad espontánea, que ambos formen para el receptor una
unidad inseparable. Lo general aparece como propiedad de lo particular y de lo
singular; la esencia se hace visible y perceptible en el fenómeno; la ley se
revela como causa motriz específica del caso particular expuesto especialmente.
(95)
Maritain,
el intelecto práctico:
Fotografía manipulada de Rafael Araujo. 2010 |
El arte es una virtud del intelecto práctico; esa
virtud particular del intelecto práctico que se refiere a la creación de
objetos que han de ser producidos.
Bien vemos pues hasta qué punto es esencial la
relación entre arte y razón. El arte es intelectual por esencia, del mismo modo
que el aroma de la rosa corresponde a la rosa, o la centella al fuego. El arte
es –en la esfera del producir- una perfección intrínseca del intelecto.
(106-107)