Después de los 15,000; la cuenta sigue...

viernes, 31 de octubre de 2014

Luto

La sorpresa que el otoño ofrece a México no es la desaparición de 43 jóvenes, hecho éste deplorable por cualquiera de los lados que se vea. Y no lo es porque parece que una larga tradición ha renacido: el sacrificio humano de épocas y civilizaciones consideradas como bárbaras.


Sin someter a juicio la acción emprendida por culturas y civilizaciones antiguas, de las cuales heredamos parte de nuestra forma de ser y mirar el mundo, tampoco es sorprendente la noticia que demuestra cómo las autoridades elegidas por la población, atenta contra su base social, contra sus votantes, contra su futuro (si consideramos que los jóvenes son quienes heredarán al país). Ya los historiadores han demostrado que el siglo XIX mexicano fue un siglo de guerras internas donde murieron millares de personas, que en el siglo XX, las pugnas internas mataron a connotados héroes nacionales -muertos a manos de otros héroes inmaculados- . Y que desde el 68, las personas en el poder le temen a la juventud.



Lo que realmente nos debería sorprender es el juego perverso de políticos sin escrúpulos que han logrado encerrarnos en este penoso y vergonzoso hecho -la desaparición de 43 estudiantes- para que no veamos las 14 fosas con una cantidad incontable de restos humanos, que se nos olviden las muertas de Juàrez y de otros muchos lugares, que la autoridad niega a la gente la posibilidad de decidir sobre el petróleo en las consultas populares, o sobre cualquier otro tema, en fin. Es probable que México tenga el gobierno que se merece porque ha permitido que llegue al poder quien ha demostrado mal uso y, porque la oposición oficial y la no oficial, siguen la batuta que oscurece el panorama nacional y se nos lava el cerebro con hecho amarillentos y escandalosos.


Al final, nuestros muertos, en un país que se burla de la muerte, también son sus muertos. Mientras tanto sigamos observando este thriller nacional con tintes de comedia trágica.

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