Escuchadme ahora bien,
y quede esto claro en el proceso:
Muero como un soldado,
lloro como un guerrero.
Y lloro con los hombros,
con las uñas,
con el sexo,
con los músculos,
con las entrañas
y con el cerebro
para romper tabiques,
placentas,
términos,
lenguajes,
sepulcros,
tinieblas
y silencios.
(...)
Rafael Araujo. Dibujo a lápiz. 2008. |
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